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El aspartamo.

El aspartamo, antes de salir al mercado, había sido objeto de diversos estudios que demostraban su toxicidad. Por ejemplo; en 1966 un estudio realizado por el Dr. Harry Waissman con monos probó su toxicidad.

Otro estudio realizado en 1980 con animales dio como resultado que, de 196 monos utilizados para las pruebas, 96 murieron por tumores cerebrales. En 1981, una encuesta realizada por cuenta de la F.D.A. (Food and Drug Administration), concluyó que este producto podría producir tumores en el cerebro. Basándose en estos trabajos y en otros, inicialmente la F.D.A. no permitió la comercialización del aspartamo.

Posteriormente, bajo el gobierno de Ronald Reagan, al que se relaciona estrechamente con el director de la sociedad Searle, (responsable de la distribución del aspartamo), se nombró un nuevo comisionado en la F.D.A. Este comisionado fue acusado posteriormente de haber recibido sobornos de Searle, pero el mal ya estaba hecho. La F.D.A. autorizó la comercialización del aspartamo el 5 de Diciembre de 1994, definiéndolo como uno de los aditivos alimentarios «seguros». Así se le atribuyó la clasificación E 951. Para esta fecha ya se habían registrado 7.000 demandas por efectos nocivos sobre la salud asociados al consumo de aspartamo.

Mecanismo químico de toxicidad por aspartamo.

El aspartamo está compuesto por:

  • Metil éster, éster de metilo, 10%
  • Ácido aspártico, 40%
  • Fenilananina, 50%

La fenilananina sintética se descompone en DXP, un agente tóxico que produce tumores cerebrales. La fenilamina agota la serotonina cerebral. El aspartamo cambia los niveles de dopamina cerebral y agrava el Parkinson. Cuando una persona toma aspartamo, el organismo, engañado, desencadena una secreción de insulina destinada a regular el aporte de azúcar. Se encuentra entonces en un estado de hipoglucemia (puesto que no se trata de azúcar sino de un señuelo).

Después el organismo identifica que no se trata de azúcar y en las siguientes tomas de aspartamo reduce las secreciones de insulina. El problema aparece cuando vuelve a tomar verdadero azúcar, ya que el organismo preparado para el aspartamo continúa reduciendo la insulina, provocando así una situación de hiperglucemia. Indudablemente estos picos de hipo e hiperglucemia pueden provocar hipoglucemias reaccionales, crisis de angustia, hipernerviosismo, depresión y estados prediabéticos.

Por otro lado, el aspartamo se descompone en los líquidos calientes y en el organismo a partir de 30 grados centígrados en metanol y alcohol metílico que, a su vez, se descompone en:

  • Formaldehído.
  • Ácido fórmico.
  • Diketopiperacina.

Estas tres sustancias químicas son muy conocidas por provocar tumores cerebrales.

Algunos estudios y publicaciones de interés sobre el aspartamo:

El Dr. H.J. Roberts, del St. Mary´s Hospital y Good Samaritan Hospital, West Palm Beach de Florida, publicó un informe sobre recientes accidentes aéreos de 157 personas, que incluían pilotos entrenados, que desarrollaron problemas visuales y neurológicos ligados al aspartamo. De hecho, desde 1988, docenas de revistas advirtieron a los pilotos sobre el riesgo de alteraciones nerviosas y ópticas con el consumo del E 951.

En 1995 la revista Nexus publicó varios artículos con una lista de los efectos secundarios del consumo de aspartamo, incluyendo la epilepsia y tumores cerebrales.

En 1996, apareció un estudio en el Journal of Neuropathology and Experimental Neurology, donde se establecía una correlación entre el número de cánceres cerebrales y el inicio del consumo de aspartamo.

Según el Dr. H.J. Roberts, citado anteriormente, el aspartamo provoca una necesidad malsana de hidratos de carbono. Explica que, cuando eliminaba el aspartamo de la dieta de sus pacientes, la pérdida de peso media era de 10 kg. por persona. Ya que parece ser que el formaldehído se almacena en las células grasas (tóxico lipófero), especialmente en las caderas y muslos. Curiosamente el aspartamo se sigue recomendando en las dietas de adelgazamiento. Por otro lado el Dr. Roberts afirma que «consumir aspartamo en el momento de la concepción puede provocar anomalías en el nacimiento». Roberts documenta ampliamente el fuerte poder adictivo del aspartamo, superior al alcohol y a muchas drogas.

El neurocirujano Dr. Russel Blaylok afirma que «el aspartamo y sus derivados estimulan las neuronas del cerebro hasta la muerte, provocando desórdenes cerebrales de diversos grados».

El Dr. Louis Elsas, pediatra y profesor de genética de la Universidad de Emory, ha demostrado ante el Congreso de los Estados Unidos, que la fenilalanina (que contienen el aspartamo y la cocacola) se concentra en la placenta y provoca retraso mental.

En la Conferencia Mundial para el Medio Ambiente y la Fundación para la Esclerosis Múltiple del 20 de Noviembre de 1997, Nancy Markle señalaba que la toxicidad del metanol (un producto de degradación del aspartamo) se parece a la sintomatología de la esclerosis múltiple. Habían observado un buen número de personas afectadas o diagnosticadas de esta temible enfermedad que, cuando suprimían totalmente el consumo del E 951, veían desaparecer los síntomas.

Se ha relacionado, directa o indirectamente, más de 92 síntomas y enfermedades con el consumo habitual de aspartamo.

El cómo y el porqué.

El  E 951 se utiliza masivamente en la industria alimentaria y farmacéutica, dado su poder edulcorante incuestionable (200 veces superior a la sacarosa). Desde mediados de la década de 1990, se fue introduciendo a través de compañías como Nutrasweet, Equal, Spoonful, etc, en 4.200 productos alimenticios como mínimo: caramelos, bombones, bebidas, suplementos vitamínicos y medicamentos de más de 90 países del mundo. Actualmente está presente en unos 9.000 productos, especialmente en los productos light, paradójicamente presentados a los consumidores como más sanos. Algunos productos no mencionan el aspartamo entre sus ingredientes, camuflándolo con la expresión «contiene una fuente de fenilalanina». Es preferible desconfiar de todos los productos que indican «no contiene azúcar» y fijarse en su composición.

Algunos países ya contemplan en su legislación la prohibición del uso del aspartamo. Por ejemplo en Islandia se prohibió el 22 de Octubre de 1999. En Canadá, actualmente es obligatorio que los productos que contengan aspartamo incluyan la mención «puede provocar cáncer», al igual que aparece en el tabaco. Lógicamente cabe preguntarse ¿son los canadienses o islandeses más sensibles al cáncer que nosotros?

Nutricionista Pilar Galacho 

Clínica Vítalis

Para más información sobre este tema:

Mission Impossible International

 www.dorway.com